jueves, marzo 26, 2009

Máxima

"Asistimos a un período en que es muy frecuente que tantas teorizaciones, así como la mayor parte de la doctrina, sean hechos desde el punto de vista de los abogados de los particulares -con una clara pérdida del equilibrio institucional de la objetividad doctrinal en definitiva -, por lo que, como decía, cada contención administrativa es aclamada casi como una victoria fundamental, de modo que indiscriminadamente y con carácter general, se tiende a atribuir a la Administración el papel poco menos que de malo de la película." (Lorenzo Martín-Retortillo, Prólogo a "El derecho administrativo" de Prosper Weil, Civitas, 1989, p. 18).

"Los autores, por vocación y por profesión (de abogados, se colocan indefectiblemente del lado del infractor (que es el cliente) y desamparan a la Administración. Bien es verdad que gracias a ellos se han conseguido eliminar muchos abusos de los poderes públicos, pero de ordinario a costa del abandono de los intereses públicos y colectivos. Por muy antipático que sea el papel sancionador de la Administración, no hay que olvidar que a ella corresponde la representación y defensa de tales intereses, que no es lícito marginar en beneficio del infractor. Resulta sorprendente, pero el hecho es que indefectiblemente se consideran 'progresistas' las actitudes que recortan las potestades administrativas aunque sea a costa de los intereses públicos y generales. Por decirlo en términos deliberadamente simplistas y con cierto resabio demagógico: los infractores poderosos no sólo tienen abogados que los defienden, sino también autores que magnifican su posición de víctimas; mientras que la colectividad anónima e indigente apenas encuentra quien la defienda o escriba en atención a intereses generales que les afecta." (Alejandro Nieto García, Derecho Administrativo Sancionador, Tecnos, Madrid, 4ª ed., 2005, p. 41).

domingo, marzo 01, 2009

Caminar y otras cosas

Que me guste hacer algo, no significa que no me cueste hacerlo.

Como algunos saben, actualmente estoy haciendo mi tesis del magíster. Siempre he creído que estudiar es algo que me gusta hacer. Tal vez es lo que mejor hago de todas las cosas en la vida.

Pero me cuesta un montón. Muchos días apenas he logrado trabajar unas cuantas horas. Y aún así quiero seguir haciéndolo. Claro que me canso, pero me siento genuinamente feliz cuando lo logro.

Creo que pasa algo similar con caminar. Creo que cuando salgo a caminar después de una hora estoy totalmente muerto. Pero sigo de todos modos, y me entretiene muchísimo.

Todo eso me hace pensar que hay cosas en la vida que nos encantan y que en realidad nos cuesta mucho trabajo hacer, pero que sin embargo - o tal vez por eso mismo, irónicamente - son las que nos hacen más felices.